Así
empezaría cualquier epístola dirigida por alguien a la figura de los nobles
mencionados.
Yo,
ignorante de noblezas, linajes y heráldica a pesar del hecho que parece decir
mi sangre y apellido de antepasados nobles; quiero escribir sobre alguien muy
especial; devolviendo, en parte, una como esta que en su día recibimos Mara y
yo.
Está claro
por la foto a quién me refiero: Jesús y Hetepheres, nuestros particulares
marqués y marquesa consorte de la payoyía como en tantas ocasiones nos
referimos a ellos con todo el cariño que merecen habiéndoselo ganado por
méritos propios.
Puede
parecer increíble, cuando un corazón se abre, lo fácil que es conectar con
alguien. Cómo el tener cosas en común puede llegar a suponer sumar y unir
caminos en el avanzar de la vida, porque es así de sencillo: sin apenas
conocernos, habiendo cruzado poco más de media docena de frases, que te
retraten con el cariño y precisión que en su día lo hizo Jesús en su blog, del
que ya me siento parte, no es nada fácil si no se tiene una visión tan profunda
y de saber ver “más allá” además de una sensibilidad para saber llegar al
corazón de los demás.
En un
principio mis líneas iban a ir dirigidas solo a Jesús, pero en el momento en
que me senté me di cuenta de algo básico: Jesús no se entiende sin Hetepheres.
No por el hecho de formar matrimonio, sino porque la complementación que tienen
uno con el otro haría que hablase solo a medias de Jesús, como si fuese un
intento de ocultar parte de su ser.
Quién me iba
a mí a decir que aquel que pensé era un diaconillo (tremendo de tamaño, cierto)
que hace un par de años en Semana Santa en Villaluenga me harté de ver cuando
asistí a los Oficios, o la siguiente imagen del capillita insoportable que en
tantas parroquias nos cruzamos los que tenemos hábito de pisar por ellas, iba a
resultar ser mi “editor”, amigo y hermano en orden inverso a como lo he puesto.
La vida te da sorpresas y sé, me consta, que mucha gente que me conoce o cree
conocerme piensa que se me fue la olla en el momento que empezó a verme
habitualmente con ellos.
Mi ideario
“político” firmaría ahora mismo eterna enemistad con Jesús, pero eso es porque
los que “escribieron” ese ideario no le conocen. En la presentación de su libro
“Diario de un blog” en su Isla natal, alguien quiso resumir su persona en una
palabra y yo, adelantándome a sus palabras le susurré a Mara: “consecuente” y
es así de sencillo. Esa tal vez es la palabra que nos ha unido. Resulta muy
difícil hoy día atreverse a serlo, aunque mucha gente de medio pelo diga que lo
es, muy pocos lo demuestran, y Jesús, y en ende Hetepheres, se encuentran en
ese limitado grupo.
Hablar bien
de alguien sin que parezca querer dorarle la píldora es difícil, porque la inmediata,
en un mundo interesado y en el que priman los intereses, es pensar que se le
debe algo o que algo se pretende de esa persona; sin embargo no es el caso. A
Jesús, a ellos, no les debo nada; nada que no sea dar las gracias por descubrir
en ellos a dos personas que se entregan abiertamente al amor por el prójimo.
Es cierto
que hay ciertos aspectos en los que divergemos totalmente. Sería estúpido por
mi parte si no lo dijese y reconociese, y precisamente en eso se encuentra la
riqueza de nuestra hermandad y amistad; algo de lo que a veces soy reiterativo
pero que para mí es vital: el respeto y el enriquecerse con el otro. Jesús es
Jesús, Juan es Juan, y sin embargo, viéndonos juntos, escuchándonos, mucha
gente se sorprendería de la cantidad de palos que tocamos en nuestro cante, que
a veces también lo damos. Yo cuento, opino de cosas que él puede desconocer o
simplemente no son de su cuerda y comparto con él mis experiencias, al igual
que él me abre su corazón y en su “misticismo” tan suyo me abre los ojos en la
necesidad del encuentro con el Padre y con el Sacramento, aun revelándome a
menudo como lo hago con quien me guía hoy día en Él.
No diré más,
porque con una mirada que crucemos sabemos todo lo que tenemos que saber y nos
decimos todo lo que nos tenemos que decir. En esta ocasión solo he querido
hacer un guiño que sé que agradecerás como agradeces cada una de mis palabras
incluso cuando no te gustan porque este guiño, con mi sonrisa y mirada pícaras
es para vosotros, mis queridos marqueses.
Recibid un
fraternal abrazo y un apretón de mano izquierda.
Juan J.
López Cartón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario