Hoy desperté
nostálgico. Tal vez porque se aproxime mi cumpleaños, porque los achaques
parece que van llamando a la puerta o simplemente porque sí, hoy mi cabeza me
pedía recordar.
Trasteando
en internet, esta vez no tocó en el trastero, como tantas veces hago para
escuchar música que me apetece, tropecé con Mocedades. Tal vez el único grupo vivo que puedo decir que me
vio nacer, crecer, madurar; si es que alguna vez lo hice realmente, y me sigue
acompañando hoy día, porque Mocedades es de esos grupos que siempre que se
escucha se piensa “qué bien suenan esas voces”, por no hablar de la cantidad de
veces que con la guitarra en brazos habré tarareado y cantado alguna de sus
partituras.
Si
tuviésemos que quedarnos con una de sus canciones estoy seguro que cada uno
escogeríamos una diferente porque su música siempre he pensado que contaba
historias, y puesto que cada uno tenemos nuestra historia, y todas ellas pasan
por distintos momentos, este maravilloso grupo siempre ha tenido una melodía
concreta para ese momento concreto que nos tocó vivir: “Eres tú”, “La otra
España”, “Has perdido tu tren”… y así cientos de títulos.
Yo
me quedo con “El vendedor”. No por un momento concreto, sino por el conjunto de
mi vida. En los años que llevo vividos siempre he estado vendiendo algo. No
como el ultramarino en el que puedes encontrar de casi todo, sino aquello que
la gente quiere comprar porque nadie más lo vende, porque no hay ultramarino ni
gran superficie que lo ofrezca en sus estanterías. Llevo casi 44 años intentando
vender ilusiones, sonrisas, esperanza,
juegos, sueños… aunque no siempre he
encontrado a quien quisiese pagar el precio de ello. Mi cesta de mimbre va dejando caer las
semillas de todo lo que vendo por sus rendijas. El precio está claro, cada uno
pone el suyo, cada uno pone precio al valor que tiene para él aquello que yo le
pueda aportar aunque la única divisa que acepto es aquella que me devuelve lo
mismo que yo vendo. Cualquiera puede recoger esas semillas caídas y hacerlas
crecer en su propia cesta, con eso siempre me he sentido satisfecho y bien
pagado.
Por
supuesto, y con permiso de Mocedades (perdón por no pagar los derechos),
agradeciéndoles haberme hecho vendedor como su canción, os comparto el enlace:
Recibid
un fraternal abrazo y un apretón de mano izquierda.
Juan
J. López Cartón
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