martes, 27 de octubre de 2009

Acordes en el aire.

Su primer sonido fue un crujido seco, cuando el tronco del que estaba destinada a nacer cayó contra el suelo golpeándolo y partiendo todas sus ramas.
El sonido de la sierra sonó a lamento mientras iba cortando una a una todas las tiras que formaría su caja.
Por fin unas manos, ásperas, llenas de callos pero a la vez suaves y delicadas, le fueron dando forma, forma de aquella que estaba destinada a ser abrazada, acariciada; destinada a recorrer mundo siempre acompañando y a su vez ganándose un sitio privilegiado en todas las esquinas en que su lamento se tornaría en melodía. El viejo luthier fue colocando una a una las piezas que como un puzle encajaban a la perfección; todas estaban destinadas para formar parte de una ilusión llamada guitarra.
Con contaba yo con ocho años llegó a mis manos como regalo del que hizo de abuelo en mi vida. Imaginad la cara de aquel chaval que por primera vez tenía algo más que una flauta dulce en sus manos y al que un profesor; un gallego llamado Don Manolo (aún se trataba a los profesores con el "Don") que tocaba casi todos los instrumentos, incluido el corazón, le intentaba meter el gusanillo de la música en la sangre.
La verdad es que aquella guitarra, que con ilusión había surgido de un basto trozo de madera, no tuvo un principio muy digno que digamos. El chaval en cuestión era bastante negado a la hora de raspar sus cuerdas en busca de melodías, y aunque mostraba su interés por aprender, no llegaba a hacer que los sonidos que de ella salían fuesen demasiado armoniosos... pero la chispa ya había saltado.
Durante años fue recorriendo sitios, los mismos que el chiquillo, que fue creciendo a la vez que la ilusión por dominar un arte que ella llevaba dentro. En un orfeón, en una rondalla, fue recorriendo distintas modalidades mientras sus cuerdas iban afinando más tu melodía; aunque su realidad estaba escrita más allá de aquellos sitios.
Pasó a acompañar a otras guitarras, en un ritmo y unas melodías nuevas para ella. Eran melodías frescas, reflexivas a veces, otras más mundanas, pero siempre en un ambiente más festivo, con un ritmo más distendido en el que no importaba que las manos inexpertas no pisasen bien las cuerdas adecuadas, porque en esos días empezó a volar. El muchacho perdió el miedo a que sus dedos inexpertos rasgasen sus cuerdas y hasta su imagen cambió. Como marcas de guerra, como eslabones de una cadena que había empezado a formar surgieron parches, pegatinas que hicieron de ella una guitarra con su historia. Con la personalidad, como la maleta del trotamundos, del que por fin iba consiguiendo hilvanar acordes. Incluso encontró un compañero en sus andanzas: un poncho. Como aquella canción, pero sin el sombrero de ala ancha, ya no solo se limitaba a marcar notas y acordes de un papel, ella misma aprendió junto con el muchacho a sacar sus propias melodías, sus propias notas, que surgían con un sentido especial, con un destino concreto. Melodías que tenían destino y destinatario. Para muchos se convirtió en una caricatura de lo que se cree que es una guitarra, pero ella llevaba sus pinturas de guerra con orgullo porque todas tenían un significado de lo que había sido y recorrido, de lo que estaba siendo y de lo que sabía a ciencia cierta que estaba destinada a ser. Algo que ni sospechaba cuando sonó aquel lejano crujido del árbol al caer. Su vida había comenzado cuando otras se empiezan a hacer viejas y rancias guitarras; su vida tenía un sentido que ni por asomo imaginaban sus hermanas treinta años atrás cuando llegó a las manos de aquel crío con sonrisa y cara de ilusión como un regalo de aquel que hizo de abuelo en su vida.
Sin sombrero de ala ancha pero sí con su poncho.
Sin sombrero de ala ancha pero con su poncho, cantando historias.

3 comentarios:

  1. Desde luego buen post para definirte. Una de los primeros recuerdos que tengo tuyos fue en Alcobendas con Manos Unidas, en aquel patio enorme por la noche y tú con tu guitarra.

    Imagino que ya sabes quien es el playero. Nos vemos el sábado

    ResponderEliminar
  2. Jajaja, gracias, playero, menos mal que no has contado que terminé dormido con un ladrillo por almohada con la hoguera calentándome los pies. Un abrazo y hasta el sábado.

    ResponderEliminar
  3. Estaba haciendo la comida de mañana, y una de mis hijas me pidió que le buscara unas cositas de información ....
    Me he pasado por tu blog... si todo lo que has escrito de la guitarra te ha salido del "estomago"... además de ofrecerte una canción de la guitarra que te va a encantar, por favor, sigue escribiendo, prometo leer lo que escribas , eres un crak.
    Mis más cordiales felicitaciones, ya lo pensé cuando leí las doce fotos, pero como ya no hago puerta, al no verte se me ha pasado. Por eso te paso un mje ahora, por que mañana ya sería tarde.
    Un beso paisano.
    PD: Pendientes canciones misa.

    Pilar.

    ResponderEliminar