jueves, 10 de marzo de 2016

UTSB: LA OTRA CRÓNICA

       

            Tras la resaca,  pasados los calambres y el cansancio de los corredores (alguno quedará seguro), quisiera hacer una breve crónica de la UTSB 2016 desde la visión que da "la distancia de una mesa por medio": el voluntario.

            Cuando a alguien se le ocurre organizar cualquier carrera; más o menos larga, más o menos técnica, en fin: cualquiera, precisa de una ingente cantidad de personas para que aquello funcione y salga bien. En el caso de las que transcurren por el campo y la  montaña a todos, de una manera u otra nos une una cosa: el amor a este medio y al deporte. No todos, como es mi caso, hemos nacido para competir; nos conformamos con disfrutar de los paisajes y de las maravillas que nos brinda la naturaleza haciendo rutas, otro tipo de actividades o simplemente paseando y cuando llegan estas ocasiones nos decidimos a dar nuestra versión y nuestro trabajo en forma de voluntarios.

            Alguno de los corredores me conocen y están acostumbrados a verme, además, con la cámara en ristre en cualquier recoveco de las carreras que organiza Naturaventura S.C. en las que componen la Naturaventura Trail Series, pero en esta gran prueba que es la UTSB siempre opto por echar una mano al Club Tritón como parte del avituallamiento de Villaluenga del Rosario, sobre el que me voy a centrar en esta crónica.

            Los días previos, al igual que a los corredores, también a nosotros nos coge el pellizco en el estómago. Somos conscientes del peso que soportamos a la hora que todo salga como tiene que salir y lo que es más importante: sin incidencias. Cualquiera de estas pruebas lleva meses de preparación: buscar financiación, repasar el trazado palmo a palmo y cuando se aproxima la fecha hay que patear de nuevo todo para balizar, organizar los distintos avituallamientos, los grupos de voluntarios con los que puede contar, dónde montar cada operativo necesario… en fin, una cantidad de cosas que si bien los corredores agradecen, muchos no son realmente conscientes que con su inscripción están pagando cosas que ni se imaginan a las hay que hacer frente (No olvidemos que todo ello después de la prueba también hay que desmontarlo).

            Durante la tarde llegaron desde Churriana el grupo de voluntarios del Club la Verea, viejos conocidos ya de esta prueba y hermanos del Club Tritón. Dio tiempo a darles la bienvenida como merecen e incluso a calentar motores tomando un vino de la tierra que trajeron y ayudarles a instalarse, buscando leña, en la casa que haría las veces de su “punto de reunión”. Qué grandes Nieves, Nani, Susana, Baldu, Mati, Luis, Encarni, Paco, Carlos, Marga, Roberto... todos, todos ellos.

  


            La cuestión es que antes que sonasen los trabucos en Prado del Rey anunciando la salida animada por el gran Chito, en Villaluenga ya algunos estábamos a la puerta de la caseta municipal esperando que empezasen a llegar los participantes. Este año el montaje del “tinglao” ha estado un poquito más apurado porque a diferencia del año pasado, éramos menos gente. Se echó de menos a Pablo, Andrea, Ágata, José Luis… pero aún así todo estaba listo para que a las 22:30 llegase Omar Valle y aunque fugaz, su visita se viese compensada con lo que necesitaba en ese momento. Tras él llegaron José María Espinar, José Manuel Naranjo, Rafael Romero… y así, ya en continuo goteo, chorreo y avalancha de corredores. En lo que a mí respecta, solo hice pequeños lapsus para el "vicio" y por supuesto, porque no lo pude remediar, sacar alguna foto de mis sufridos amigos José Antonio, Nito, Dani, Juande, Alba que corría la bandolerita… todo lo demás fue llenar bidones, vasos, servir agua, isotónica, caldo… y sobre todo dar gritos de ánimo para la gente que iba llegando, porque si bien los primeros se salvaron y solo sufrieron niebla arriba en los Llanos y El Boyar, la gran mayoría tuvo que soportar agua, ventisca, aguanieve, barro… como diría Rambo… "Esto es un infierno, no siento las piernas".

       

      

     

     

            Esto repercutió en el estado del suelo que acogía el avituallamiento ya que con la acumulación de agua y barro tuvimos que echar mano de cartones y sobre todo de las alfombras que el gran Ismael trajo de su casa para evitar resbalones y caídas, que alguna hubo a pesar de ello. A su vez intentábamos recoger, humedeciendo lo menos posible, el agua y barro del suelo para que aquello fuese un lugar digno, porque todos los corredores merecían ser acogidos en condiciones ya que muchos llegaban con principio de hipotermia y las estufas que teníamos no daban a basto para dar suficiente calor. De esta hecatombe tampoco se libraban los aseos de los que también hubo que estar pendientes. Este ajetreo se alargó durante toda la noche con la preocupación añadida de saber que había corredores que estaban perdidos por las condiciones climatológicas teniendo que decidir activar el plan de rescate; por suerte con buen final. Y allá cerca de las siete de la madrugada, este que les escribe, necesitó descansar alguna horita para reengancharse pocas horas después.
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            Por la mañana, ya junto a la fantástica gente de La Verea, en el reenganche más de lo mismo: seguimos animando y sintiéndonos útiles para los participantes. Son los protagonistas, así que no les puede faltar de nada. Alguno llegaba tan machacado que teníamos que atenderles directamente, mientras se sentaban un rato, llevándoles líquido y sólido; frio y caliente.

            En la tarde sabíamos lo que nos esperaba: Se juntaban la vuelta de “la bandolera” y “la bandolerita”; traducido: dar el 150% de nosotros para que a nadie le faltase de nada. Más caras conocidas, más abrazos de ánimo, más empuje… Llegó alguien al que admiro: Gustavo Delgado Manero junto a su hermano Antonio; ejemplo de superación y aun con los dolores de rodilla que iba soportando, continuó hasta llegar a meta en la madrugada del domingo.

    

  

  

    

            Si los corredores estaban deseando ver el arco de meta en Prado del Rey, no menos nosotros estábamos deseando que llegasen las 22:00 del sábado. Hora prevista del cierre de control en nuestro avituallamiento. No todo terminaba ahí. Había que atender a los rezagados, desmontar y recoger el avituallamiento; barrer y fregar todo el local y como se suele decir: “aquí no ha pasado nada”. Aun así hubo tiempo de tomar una copa todo el equipo que quedábamos y que no se fueron a Prado para ver la llegada de algún corredor. Hora de retirada: pasadas las tres de la mañana.

            Bueno, así en unas pinceladas he intentado transmitir lo que se siente en el avituallamiento de una gran prueba como la UTSB. Bueno… no todo; me queda algo que a mucha gente no le gusta: una crítica.

            Siempre he admirado, admiro y admiraré a los corredores de estas pruebas, porque tienen el valor que yo no tengo ni siquiera para inscribirme en ellas. Lo he dicho y transmitido en muchas ocasiones pero por lo vivido y por lo que alguno me transmitió también quiero dar un pequeño tirón de orejas a alguno de ellos; desde luego que son los menos, pero como las meigas: “haberlas, haylas”. Los geles, barritas y similares son necesarios para soportar el recorrido, pero algunos no son conscientes que los envoltorios y tubitos una vez consumidos, ocupan y pesan menos; sin embargo ensucian más, por lo tanto por favor: ¿porqué hubo participantes que me dijeron que los habían encontrado tirados durante el trazado? El esfuerzo de los voluntarios es mucho; cierto, casi siempre se nos agradece como tal y por ello doy las gracias, pero lo que no entiendo es por qué hay corredores que si llegaban con los guastes calados, en vez de escurrirlos en un cubo, o que nosotros lo hiciésemos, con la que estaba liada en la caseta, los escurrían en medio, creando charcos y con ellos el pertinente riesgo de caída de otro compañero. Si el calzado llega lleno de barro, obviamente, todo se mancha, pero eso de quitarse las zapatillas y sacudirlas en medio del salón, tampoco es algo que vea normal, al igual que vaciar los bidones en los sacos de basura: nosotros podemos hacerlo en el sitio adecuado evitando chorreo innecesario de estos cuando los retiramos. Son detalles, cierto, que a veces por las circunstancias y cansancio no son conscientes, pero para los que nos estamos dejando el alma para que ellos estén a gusto, que no les falte de nada, animándoles hasta quedar afónicos, nos resulta chocante. Tal vez más por el hecho del desprecio que se hace al compañero corredor que viene detrás y merece encontrarse las cosas como estaban cuando el intercepto llegó que por los voluntarios que tenemos que recoger, limpiar, y poner siempre una sonrisa ante estos “detallitos”. De verdad, sois muy grandes, sois admirables, pero no enturbiéis esa imagen por cosas tan simples y tan de simple educación y respeto por el compañero y por el medio ambiente.

            Un saludo y apretón de mano izquierda. Nos vemos en la próxima.
            
            Juan J. López Cartón.

        Os comparto alguna de las fotos de corredores y sobre todo del equipo de voluntarios del avituallamiento de Villaluenga. Agraceder a Susana de la Verea el permitirme compartir sus fotos junto a las mías para este post.

  

  

  

  

  

  

  

  

  



Y la despedida hasta la próxima...

4 comentarios:

  1. Enhorabuena por este artículo, eres un ejemplo a seguir para ser un voluntario excepcional.

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  2. Magnífico reportaje. Has sabido relatar y transmitir el evento desde .. quizás, la zona en apariencia "menos atractiva". Eso sólo puede hacerlo y apreciarlo quien lo ha vivido y ha estado ahí. Enhorabuena Juan y muchas Gracias .. Encarni y Luis. Un fuerte abrazo desde Graná. Hasta la próxima ...

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  3. UN GRAN ABRAZO COMPI COMO SIEMPRE UN PLACER CONTAR CONTIGO Y VIVIR UNOS RATILLOS JUNTOS AUNQ ESTE AÑO FUERAN POCOS

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  4. gracias miles por tus palabras,hace que se recuerde todo un poco de nuevo..siempre es un placer vivir cosas contigo compañero,muachk

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