lunes, 23 de noviembre de 2015

DE HISTORIAS Y CALZADORES

            ¡¡Ay que ver cómo nos gusta montarnos películas!!

            El hombre tiene, entre sus particularidades, la capacidad de rehacer cualquier historia y situación para adaptarla, aunque sea "con calzador" a su comodidad y a su gusto y necesidad. Nadie, insisto, nadie, es objetivo; el primero en ello: yo mismo.

            No quiero centrarme en ningún hecho concreto, ni del pasado ni actual, ya que este hecho intrínseco en el ser humano es patente desde el momento en que desde niños elegimos por interés la figura de mamá unas veces o de papá siempre que nos interese; y estoy seguro que muchos de los que lean estas líneas pueden pensar que me refiero a los últimos sucesos que hemos vivido y no es eso lo que pretendo, aunque sea inevitable que a lo largo del artículo haga también referencia a ello.

            Mara, mi mujer, siempre ha dicho que una de las cosas que le enamoró de mí es la capacidad que tengo de adaptarme a situaciones y gentes sin que tenga nada en común con ellos; cierto es que para que esto sea posible tengo la costumbre de intentar no destacar ni hablar de aquello que desconozco limitándome a opinar, que no sentar cátedra, porque entonces lo que demostraría es lo necio y bocazas que podría llegar a ser. Me gusta opinar, cierto, sobre todo de los temas que me veo capacitado y como he dicho en un principio soy el primero que no me veo objetivo en ello; por lo tanto doy por sentado que estas líneas tampoco lo serán porque las opiniones personales siempre son reflejo de la educación y evolución que cada uno hayamos tenido a lo largo de nuestra existencia.

            Nuestras tendencias, o ideas políticas, religiosas, sociales son pautas que marcan la forma de ver lo que nos rodea. Un judío siempre verá a un palestino como un invasor no por el hecho de ser persona que siente que alguien entra en su casa sin permiso, sino por el hecho de ser judío. Alguien de izquierdas verá un "facha" en cualquiera en el que sus ideas se enmarquen en el estereotipo del que no es de izquierdas. Un cristiano verá a un ateo en cualquiera que no comparta la existencia de ningún Dios, al igual que cualquiera que no tenga "creencias" piense en la radicalidad y el fanatismo del que por unas creencias religiosas actúe de la manera que sea, aunque esto se trate simplemente de acudir a la llamada de la misa dominical.

            Machaco mucho este punto de "montarse la película" en lo que a mí más me toca; porque desde hace casi cuarenta y cinco años soy cristiano, y cuando veo lo que me rodea referente al cristianismo me cabrea. No me decepciona ni me "raya"; simplemente me cabrea. Pienso que llevamos más de dos mil años acomodando lo que declaramos como "Palabra de Dios" a nuestra conveniencia.

            Hoy el catolicismo celebra la figura de Cristo Rey. Echan mano para esta afirmación de distintos textos de las Sagradas Escrituras, tanto de Antiguo como del Nuevo Testamento. La Iglesia ha creado, en base a estas Escrituras, la figura iconoclasta de un ser supremo. Ha convertido, porque la película tenía que ser esa, a Alguien extraordinario en algo tan terrenal como un monarca. Decimos que es Rey del Universo, y lo "caricaturizamos" como un rey de carne y hueso, con un trono dorado, una capa con estola de armiño, una corona llena de gemas y un cetro no menos repleto de piedras preciosas; y a la vez hablamos que su trono es una Cruz, su corona es de espinas y su cetro una caña. Siempre he optado por ese segundo Rey... Lo mismo se podría aplicar a otros pasajes y otras afirmaciones de la Biblia que la Iglesia ha acomodado a su conveniencia y casualmente yo me quedo siempre con la misma imagen: Un hombre que desde su divinidad denunció todo lo que hoy sus propios seguidores siguen haciendo. - "plas, plas, plas" o.... "zascaaaa"- para mí dependiendo de quién lo lea.

            La otra cara de la moneda también tiene mandangas. La de aquellos que en aras de la libertad de expresión, de la libertad de pensamiento de la libertad… se pasan esa misma libertad con todas sus loas particulares por el arco del triunfo cuando se trata de criticar y de mancillar la propia de los demás; la de los que sí tienen Credo. Resulta que es permisible el hecho que un personaje que va de artista llamado Abel Azcona, que ni en su casa lo conocen (de mí al menos dan referencias si preguntan en Valladolid), resulta que tiene la brillante idea de robar haciendo como que va a comulgar la friolera de 242 formas consagradas simplemente para montar en Pamplona una exposición en la que forma con ellas la palabra pederastia. Lo digo a boca llena: hay que ser gilipollas para encima tragarse 242 misas que dirá que no las oyó. La cuestión es que ea… los que aplauden esto son los mismo que denuncian esa misma pederastia y la falta de coherencia de la Iglesia… ¿acaso son ellos coherentes con el respeto que piden? Y volverán a hacer uso de su calzador particular para ajustar por cojones el zapato de las circunstancias y los atenuantes de este hecho. No, señores, no; lo que es una falta de todo lo imaginable lo es, y aquí no cabe ni libertad de expresión ni pepinos en vinagre de Jerez, no señores.

            El conflicto de Palestina lleva años dejándonos litros y litros de tinta. La comunidad internacional se ha postulado más por el reconocimiento de una legalidad palestina justificando acciones en loa de un derecho por un territorio que los judíos reclaman como suyo. Tirando un poquito de historia descubriríamos a lo mejor que las grandes potencias de esa comunidad internacional son los primeros culpables de lo que allí está ocurriendo; claro que es muy de occidente aquello de soltar el mojón de mierda en forma de colonias y protectorados y quitarse de en medio sin siquiera echarle un poco de tierra encima para que con el tiempo las moscas se partan la cara por culpa de lo mal que lo que hizo el cagón. Los particulares, cada uno en nuestra medida, tomaremos parte de un lado o de otro, dependiendo de lo que sepamos o en la mayoría de ocasiones, creamos saber. Forzaremos de nuevo nuestro particular calzador para hacer entrar un 39 en un pie del 42.

            La prensa, el cuarto poder… algunos llegando a coronarse con el calificativo de independiente: ¡¡Anda yaaaa!! La prensa lleva tiempo demostrando que su único fin es sobrevivir haciendo girar sus rotativas cuanto más mejor; cosa por otro lado normal, pues da de comer a mucha gente, pero de eso a inventarse imágenes actuales rescatándolas de sucesos totalmente ajenos a la noticia, de dejarse ver el plumero descaradamente en demasiadas ocasiones, de contar la feria a gusto siempre del jinete, nunca del caballo… No, no creo que exista la prensa independiente. Tampoco ha de ser así, también lo tengo claro, porque siempre es necesario y conveniente leer la noticia desde diferentes prismas; el delito está en el puñetero calificativo… Una vez más fuerzan la tuerca en una rosca de otro paso a la hora de hacer creíble lo que cuentan.

            Hoy día, siglo XXI, no puedo dejar pasar lo último de lo último: las redes sociales. Ese gran entramado de libertades sin límite, ese coladero de todo tipo de personas de bien y de mal, ese panal de abejas en el que la miel ajena es la que nos alimenta, ese espejo de Blancanieves en el que se refleja, se lee y se escucha solo lo que nos conviene y sobre todo: esa tremenda plataforma de información vs desinformación. Es muy común eso de compartir la imagen cruda de la desgracia ajena, la frase supuestamente firmada por el filósofo, escritor, Papa o mama correspondiente… sí, supuestamente porque muy, muy poca gente contrasta esa frase, esa imagen, ese artículo, esa noticia que nos llega. Como decía antes, es necesario que la prensa y los medios sean plurales precisamente para poder contrastar cualquier cosa que nos llegue desde la red de redes. Cada uno utilizaremos directamente, sin la precaución de comprobar nada, la información a nuestro gusto y a la medida no ya de nuestras circunstancias, sino simplemente del estado de ánimo con que nos hayamos levantado ese día.

            Dejemos los calzadores para los zapatos, para todo lo demás mejor utilicemos el sentido común: el menos común de los sentidos.

            Un fuerte abrazo y un apretón de mano izquierda.

            Juan J. López Cartón.

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