lunes, 4 de mayo de 2015

HOGUERA VIVA: ECHA LEÑA AL FUEGO



            La semana pasada comencé lo que me gustaría fuese un repaso por los regalos que he recibido de la vida no solo a yo, sino a la mayoría de la gente. Todos estos regalos, en lo que a mí respecta, están reflejados en montón de ejemplos. Yo, a renglón seguido de cada uno de ellos, os quiero hablar de esos ejemplos mostrándolos en uno concreto; y si la semana pasada hablaba del regalo de la amistad, hoy voy a compartir con vosotros esa vivencia de auténtica amistad en la persona del Grupo Juvenil “Hoguera Viva”.

            En uno de los artículos del mes de febrero, titulado “Cuatro pilares” me refería, como uno de esos pilares, a este grupo de jóvenes que todos las tardes de los sábados nos reuníamos en uno de los salones de la parroquia. El Grupo surgió como una alternativa a esos adolescentes recién confirmados que querían seguir formándose y actuando en su parroquia;  descubrirlos para mí, recién salido del seminario, supuso mucho más que encontrar una manera de seguir caminando y buscando.

            Cuando digo actuando en la parroquia es porque no se trataba sólo de seguir formándonos a base de catequesis, sino que hacíamos de todas nuestras actividades auténticas clases de vida cristiana. También teníamos nuestras reuniones de formación y convivencias, por supuesto, pero todo iba enfocado y dirigido al servicio de nuestra comunidad y de los distintos colectivos y organizaciones que fueron sumándose a la vida del Grupo.

            Podría hablar con nombres y apellidos de todos los que nos juntábamos y convertíamos los sábados en algo más que una reunión porque cuando terminaba esta, la mayoría de las ocasiones, continuaba en las salidas del sábado-noche. Hoguera Viva era mucho más que un Grupo de parroquia, Hoguera Viva era una auténtica fábrica de Amigos. No sabría decir en número la cantidad de personas que año tras año se fue sumando a la aventura porque seguro me equivocaría. Como en todas las experiencias de la vida hay mucha gente de paso; gente que llega con gran ilusión pero después no es capaz de “aguantar el ritmo”, porque eso es lo que diferenciaba a Hoguera Viva del resto de los grupos: su vida, sus objetivos eran una carrera de fondo en la que continuamente iba planteando y superando sus propios objetivos y cuando de encontrar objetivos a largo plazo se trata hay que tener bien hinchados los pulmones y el corazón para aguantar el tirón; algo que si no hay conciencia de unión y amistad, si no hay ilusión, se convierte en una tarea complicada. Hoguera Viva hacía de esas tareas, de esos objetivos, algo habitual en su vida y en su sino.

            Está claro que al igual que todos nosotros fuimos creciendo y madurando el Grupo también fue evolucionando en sus objetivos y en sus miras. Si tras una formación lo que corresponde es la acción, Hoguera viva fue haciéndose mayor y también crecieron sus “ambiciones” hacia la ayuda a los demás. Desde aquella pequeña biblioteca montada en un cuartucho de la parroquia, involucrando para su creación a toda la gente, pasando por la colaboración con una recién nacida asociación de  rehabilitación de toxicómanos como Centro RETO; sí, esa que todos conocemos hoy día en sus inicios en Valladolid, en el pueblo de Renedo para ser concretos, tuvo el apoyo y la ayuda de Hoguera Viva, hasta el hecho que gente del Grupo disfrutase con la experiencia misionera en Bolivia de mano de la congregación Misioneros del Verbo Divino y los mercadillos para vender todas las chompas, ponchos, chalecos, tapices y demás artículos que se traían de allende los mares; esa gran evolución en el compromiso hacían del Grupo y de sus componentes algo especial a la hora de ver la ilusión con la que acometía cada una de sus “empresas”.

            La colaboración, trabajo y apoyo a los Misioneros del Verbo Divino, podría definirse como el Gran Proyecto del Grupo. Esos viajes al Altiplano boliviano como voluntarios por parte de compañeros pasó a formar parte del día a día de Hoguera Viva y la involucración con el Proyecto Cinca en El Alto, y en la ONG Alba, correa de transmisión de todo ello, pasó de ser una pasión a un medio de vida para más de uno.

            Conforme pasaron los años, aquellos adolescentes cercanos a la mayoría de edad fueron creciendo y forjando sus propios proyectos de vida. Hasta qué punto se vivía la amistad allí que incluso algunos no concibieron el futuro sin tener a otra persona del Grupo por el resto de la vida y también surgieron matrimonios y parejas “eternas”. También los hubo que nuestro camino se alargó, y los kilómetros distanciaron los cuerpos, pero no con ello el amor, cariño y Amistad. Esos proyectos de vida han ido trayendo vástagos que con el ejemplo que han visto y oído de los mayores también mueven conciencias y luchan, ahora desde su temprana edad, por un mundo más justo, como en su día lo hacía Hoguera Viva.

            Tras más de 25 años desde entonces, aunque el grupo como tal dejó de existir porque así lo dictó el tiempo, no lo hicieron los lazos que nos unían; prueba irrefutable de ello es que el tiempo no ha empequeñecido lo más mínimo todo aquello, si acaso lo ha engrandecido en nuestros hijos que unos más cerca y otros más lejos están en contacto a través de las nuevas tecnologías y aprovechan las ocasiones en las que los “jóvenes de Hoguera Viva” se vuelven a juntar con cualquier escusa, vuelven a coger sus guitarras, a contar batallas, a revivir y continuar viviendo la verdadera Amistad.

            Como ya he dicho podría nombrar a un montón de esos jóvenes, pero lo voy a hacer sobre todo en tres personas que creo que fueron las principales “alma mater” que tuvo el grupo en las distintas etapas por las que avanzó: Aniceto, Toño “Cate” y Eva. Todos los demás estamos incluidos en ellos igual que por el simple hecho de oír nombrar a HOGUERA VIVA, todos contestaremos: aquí estamos.

            Recibid un fraternal abrazo y un apretón de mano izquierda.


            Juan J. López Cartón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario