martes, 17 de marzo de 2015

MIS QUERIDOS MARQUESES



            Así empezaría cualquier epístola dirigida por alguien a la figura de los nobles mencionados.
            Yo, ignorante de noblezas, linajes y heráldica a pesar del hecho que parece decir mi sangre y apellido de antepasados nobles; quiero escribir sobre alguien muy especial; devolviendo, en parte, una como esta que en su día recibimos Mara y yo.

            Está claro por la foto a quién me refiero: Jesús y Hetepheres, nuestros particulares marqués y marquesa consorte de la payoyía como en tantas ocasiones nos referimos a ellos con todo el cariño que merecen habiéndoselo ganado por méritos propios.

            Puede parecer increíble, cuando un corazón se abre, lo fácil que es conectar con alguien. Cómo el tener cosas en común puede llegar a suponer sumar y unir caminos en el avanzar de la vida, porque es así de sencillo: sin apenas conocernos, habiendo cruzado poco más de media docena de frases, que te retraten con el cariño y precisión que en su día lo hizo Jesús en su blog, del que ya me siento parte, no es nada fácil si no se tiene una visión tan profunda y de saber ver “más allá” además de una sensibilidad para saber llegar al corazón de los demás.

            En un principio mis líneas iban a ir dirigidas solo a Jesús, pero en el momento en que me senté me di cuenta de algo básico: Jesús no se entiende sin Hetepheres. No por el hecho de formar matrimonio, sino porque la complementación que tienen uno con el otro haría que hablase solo a medias de Jesús, como si fuese un intento de ocultar parte de su ser.

            Quién me iba a mí a decir que aquel que pensé era un diaconillo (tremendo de tamaño, cierto) que hace un par de años en Semana Santa en Villaluenga me harté de ver cuando asistí a los Oficios, o la siguiente imagen del capillita insoportable que en tantas parroquias nos cruzamos los que tenemos hábito de pisar por ellas, iba a resultar ser mi “editor”, amigo y hermano en orden inverso a como lo he puesto. La vida te da sorpresas y sé, me consta, que mucha gente que me conoce o cree conocerme piensa que se me fue la olla en el momento que empezó a verme habitualmente con ellos.

            Mi ideario “político” firmaría ahora mismo eterna enemistad con Jesús, pero eso es porque los que “escribieron” ese ideario no le conocen. En la presentación de su libro “Diario de un blog” en su Isla natal, alguien quiso resumir su persona en una palabra y yo, adelantándome a sus palabras le susurré a Mara: “consecuente” y es así de sencillo. Esa tal vez es la palabra que nos ha unido. Resulta muy difícil hoy día atreverse a serlo, aunque mucha gente de medio pelo diga que lo es, muy pocos lo demuestran, y Jesús, y en ende Hetepheres, se encuentran en ese limitado grupo.

            Hablar bien de alguien sin que parezca querer dorarle la píldora es difícil, porque la inmediata, en un mundo interesado y en el que priman los intereses, es pensar que se le debe algo o que algo se pretende de esa persona; sin embargo no es el caso. A Jesús, a ellos, no les debo nada; nada que no sea dar las gracias por descubrir en ellos a dos personas que se entregan abiertamente al amor por el prójimo.

            Es cierto que hay ciertos aspectos en los que divergemos totalmente. Sería estúpido por mi parte si no lo dijese y reconociese, y precisamente en eso se encuentra la riqueza de nuestra hermandad y amistad; algo de lo que a veces soy reiterativo pero que para mí es vital: el respeto y el enriquecerse con el otro. Jesús es Jesús, Juan es Juan, y sin embargo, viéndonos juntos, escuchándonos, mucha gente se sorprendería de la cantidad de palos que tocamos en nuestro cante, que a veces también lo damos. Yo cuento, opino de cosas que él puede desconocer o simplemente no son de su cuerda y comparto con él mis experiencias, al igual que él me abre su corazón y en su “misticismo” tan suyo me abre los ojos en la necesidad del encuentro con el Padre y con el Sacramento, aun revelándome a menudo como lo hago con quien me guía hoy día en Él.

            No diré más, porque con una mirada que crucemos sabemos todo lo que tenemos que saber y nos decimos todo lo que nos tenemos que decir. En esta ocasión solo he querido hacer un guiño que sé que agradecerás como agradeces cada una de mis palabras incluso cuando no te gustan porque este guiño, con mi sonrisa y mirada pícaras es para vosotros, mis queridos marqueses.

            Recibid un fraternal abrazo y un apretón de mano izquierda.


            Juan J. López Cartón.

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